jueves, 18 de octubre de 2012

Una carta de amor


Entró en la habitación cuando estaba oscureciendo y no reparó en la cuartilla doblada que descansaba sobre la mesilla de noche. Colocó la americana en el galán y, al encender la pequeña lámpara, arrastró el papel que acabó abierto en la alfombra. Reconoció de inmediato la apretada letra de su compañera y ese detalle, unido a la ausencia de su esposa a aquella hora, colocó un mal presagio en medio de lo que parecía otro atardecer más. Cuando empezó a leer, la sangre se le congeló en las venas y un escalofrío anidó en su espina dorsal para siempre. La carta decía así:

La verdad, por muchos años que han pasado, nunca aprendí a encabezar una carta. Todos los comienzos me parecen mal y me resultan o demasiado formales o demasiado joviales. Por eso he optado por suprimir el saludo. Como supongo que estarás sorprendido y no quiero dar muchos rodeos -siempre recuerdo que me insistías desde novios "vete al grano, para decir rábanos no hace falta recorrer todo el huerto"- te lo explico muy rápido: me voy olvidando de ti y te estoy dejando de querer porque él ha entrado en mi vida arrasador como un ciclón.

En parte, me recuerda a ti, a nosotros cuando nos enamoramos. Él lo engulle todo, todo lo sobrepasa. No hay antes ni después, solamente el instante que enciende, arde y se consume en un parpadeo. Con él no existe nada más, ni nadie, igual que nosotros nos echamos uno en brazos del otro sin importarnos nada. Todo lo que fuimos, lo que nos quisimos, es capaz de devorarlo y reducirlo a cenizas.

Estoy viendo tu cara de sorpresa en este momento y la forma en la que vuelves atrás una y otra vez pensando que te has saltado algún párrafo. No bromeo, te lo aseguro. Y mucho menos me he vuelto loca. Al contrario, creo que nunca he estado tan lúcida y eso me hace ver con meridiana claridad la realidad y por eso te pido que nos adaptemos juntos a ella. Sabiendo que va a doler y que dejaremos jirones de alma en el alambre de espino que se despliega desde hoy entre nosotros.

Sabes de sobra cuánto te he querido. Sabes que, desde que nos conocimos, el amor que sentía por ti llegó a hacerse doloroso en su intensidad y que todas las horas del día se me hacían cortas para compartirlas contigo. La verdad es que también me he sentido muy querida por ti y aún hoy, casi cuarenta años después de nuestro primer beso, sé que me sigues queriendo con locura. Además, con sinsabores y penas, no hemos tenido una mala vida juntos, porque hemos sido capaces de aprovechar todos los resquicios de felicidad que nos hemos encontrado. Pero lo cierto es que todo aquello se va alejando de mí ante la realidad que vivo ahora.

Ahora. Eso es lo que quiero paladear, ahora. Desde que él llegó a mi vida, tu cariño se ha ido emborronando más y más y todo el amor que nos hemos dado se ha ido aparcando en una calle que ya no tiene salida. Pasan horas sin verte y ni mi acuerdo de ti porque estoy sumida completamente en él y en lo que él me exige. No, no te rías pensando que no tengo edad para esas cosas, porque estas cosas me están pasando. También tienes que tener claro que no hay vuelta atrás. Sabes que me entrego sin reservas y esta vez no va a ser una excepción: todo mi pensamiento, todo mi ser será para él. Es un amante muy exigente y no deja resquicios para que pueda pensar en nada que no sea él y de momento, aún puedo escaparme de su tiranía para sincerarme contigo y recordar juntos algo de lo que hemos vivido y se perderá como lágrimas den la lluvia, que dicen en tu película favorita.

No te voy a engañar asegurándote que todo lo que está pasando no me importa y que me dejo llevar sin más. La vida, a veces, toma caminos que no están en los mapas. Pero todo se acaba aceptando y más lo inevitable. Cada día que pasa soy más suya y menos aquella a la que has amado y que te amaba. Por eso te estoy escribiendo ahora esta carta antes que él, el alzheimer, arrastre por el sumidero de la memoria mis últimas palabras y mis últimos sentimientos. Porque hoy, ahora, aún puedo decirte que te quiero. Mañana tal vez no.

2 comentarios:

  1. Ya ves el caso que le hago al facebook, que me acabo de enterar de que tienes un blog desde finales de septiembre. He sentido curiosidad por leer algo de lo que habías escrito y he terminado poniéndome al día. No he descubierto nada nuevo, porque ya sabía que escribes como los ángeles. Tenías hasta club de admiradores en aquél periódico (Off Side News) que narraba las crónicas de los partidos de aquél juego virtual de fútbol (Ciberliga) en el que nos conocimos. Juntos conseguimos que aquellos chavales que podían ser nuestros hijos, cuyas apetencias literarias en muchas ocasiones les llevaban a llamar tocho a todo aquél escrito que sobrepasara las cinco líneas, se engancharan con su colaboración a nuestra ilusión de sacarlo adelante. Y vaya si lo logramos.

    Me ha encantado esta carta de amor y por eso quiero dejarte en ella el testimonio de mi admiración por lo que acabo de descubrir. Espero no te importe que ponga un enlace desde mi blog, para poder mostrarte a quienes conociéndome a mí todavía no han tenido la suerte de descubrirte como escritor y como persona.

    Un fuerte abrazo, Ricardo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me pongo de pie y saludo a quien considero mi maestro, no por edad -que bien próximos estamos-, sino por sapiencia y bonhomía. Estoy encantado con cada nuevo lector y, aún más, con que me enlaces a tu blog del que soy admirador y seguidor. Si soy capaz de hacerlo, jejeje, enlazaré desde éste con el tuyo.

      Por cierto, siguiendo una vez más tu estela, voy a intentar darle un barniz un poco más colorido a mi sosa presentación.

      Un abrazo enorme, amigo.

      Eliminar