jueves, 4 de octubre de 2012

Sobre la ambición y otras reflexiones

Antes de que mi único lector me reproche lo abandonado que tengo el blog (jejeje, a lo peor no me lee ni él), voy a volcar blanco sobre negro que dicen los puristas, algunas reflexiones que me rondan la neurona los últimos días.

La primera de estas reflexiones tiene como protagonista a un deportista llamado Nikola Karabatic, triste actualidad estos días por asuntos totalmente ajenos al deporte. Voy a centrar a los que no han seguido la noticia. Karabatic es un francés de ascendencia serbocroata (nació en Serbia), jugador de balonmano y, casi con unanimidad, considerado el mejor jugador del mundo de este deporte desde hace unos cuantos años. El "pequeñín" (mide 1,97 y pesa 104 kilos) tiene 28 años, ha sido dos veces campeón de Europa, del mundo y olímpico, amén de un sinfín de títulos de Ligas, Copas, Supercopas y Ligas de Campeones en Francia y Alemania. El año pasado, la biblia del periodismo deportivo, L´Equipe, lo definió como el campeón de campeones. Icono mediático mundial, imagen publicitaria de marcas comerciales punteras, se le calculan unos ingresos anuales de un millón de euros, una auténtica brutalidad para un jugador de balonmano. Tras los JJOO de Pekín, fue nombrado Caballero de la Legión de Honor, la más alta condecoración de la República de Francia.

Con todo este palmarés, el tal Kara (pone el juego de palabras a huevo) ha saltado a los medios estos días porque está detenido junto a otros jugadores de su club actual ¡¡por amañar un partido para ganar en las apuestas!! Vamos a concederle el beneficio de la presunción de inocencia (ha reconocido que apostó, lo que le costará una sanción administrativa, pero niega que participara en el amaño porque no jugó el partido), pero el solo hecho de apostar para ganar unos 20.000 euros revela que el talento que despliega en la cancha no es extensible a su conducta fuera de ella. ¿Qué más quiere esta gente? ¿Nunca se tiene bastante? ¿Veinte mil, doscientos mil o dos millones de euros pagan su foto esposado entrando en una comisaría y un borrón de esta magnitud en una carrera intachable?

Casos como éste saltan todos los días a los medios y me llevan a pensar en todos los que habrá similares y nos pasan desapercibidos. No sé si eso tiene que ver con la ambición, con el ansia de tener más poder, más dinero, más, más y más. Tal vez el error está en que entronizamos a estrellas del deporte, de la canción o de los shows televisivos como si fueran la reencarnación de Gandhi o Luther King. Y no es que no lo sean, sino que son los más ferozmente humanos de todos los humanos, porque son capaces de permitirse todos los caprichos, excentricidades y salidas de tono que se les ocurren.

Quizá para triunfar en estos mundos hace falta esa ambición, esa voracidad que te convierte en insaciable y que te empuja a querer siempre más. Quizá no. Si tuviera esta respuesta, sería que había conseguido hacer la pregunta correcta..., pero no la tengo, como pasa con otras muchas cosas...

P.D.: Antes de despedirme por este folio, comentar que el sábado iré al teatro a disfrutar de una obra que, para bien o para mal, marcó mi vida, Testigo de cargo. Acontecimiento doble, porque disfrutaré de mi sobrino Óscar Zuatúa en el escenario y de una gran historia. Pero eso será materia de otra entrada. Besos para ellas y abrazos para ellos.

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