Hace demasiado tiempo que no
escribo en el blog y eso que salís ganando. Generalmente, eso no es buena señal:
por desgracia no es porque tenga o no tenga algo muy interesante que contar,
¡qué más quisiera!, sino relacionado con un estado de ánimo cambiante, muy de
Géminis tri o cuatri polar. Y la falta de desahogo blogeril me suele tener
meditabajo y cabizbundo...
Tengo que confesar que esta vez hay
otra razón que es posible que suene a milonga para dar el cante. La última
entrada del blog, hasta ésta que tienes delante de los ojos, desarrolla ¿el
episodio final? de la tormentosa relación plasmada en la trilogía al cuadrado
"¡Cómo me asombras Rey!". La realidad es que sus dos personajes casi
cobraron vida propia y absorbieron por completo mi escasa creatividad,
llevándome al sin vivir de elucubrar sobre los caminos a tomar por su siempre
asombroso idilio. Como sabéis algun@s, todo empezó casi como un juego y un
desigual pulso frente a la exitosa trilogía protagonizada por Cristian Grey,
picado por el quijotesco empeño de demostrar a mis amigas admiradoras del pollo
pera, que un producto más de andar por casa también podía llegar a sus
corazoncitos (o a cualquier otra parte de su anatomía que ellas se propusieran).
Por ese contenido paródico y
relacionado con las "Cincuenta sombras..." creo que la historia ha
llegado a su fin tal como la he contado. O, que no lo descarto del todo, me
meto a fondo a trabajarla e intento hilvanar un relato con todas las consecuencias.
No lo tengo muy claro ahora mismo porque, la verdad, no tengo seguridad que dé
para mucho más tal como está planteado. Gracias a mis ardientes seguidoras por
su fidelidad, ánimos y empujones para llegar a la meta.
Tras este largo introito, voy al
contenido que promete el título. Ahí van las reflexiones.
1. A vueltas con el espíritu navideño
Tuve una época en la que era más
joven y tonto que ahora (evidente lo primero, más discutible lo segundo), en la
que presumía de odiar la Navidad. Por motivos ahora inconfesables, muchos
jugábamos al inconformismo despotricando del consumo y de los sentimientos
ficticios de estas fechas. ¡Qué ridículo me veo ahora! Los años me han enseñado
que lo único importante es lo que damos y recibimos para dentro de nosotros y
de los demás. Y que si buscamos la justificación de unos determinados días para
decir "te quiero" o para
aparcar esta o aquella rencilla, ¡bienvenidos sean! Así que desde hace tiempo
ya, no me corto un pelo: ¡ME ENCANTA LA NAVIDAD!
2. Una publicidad para reflexionar
Voy en el coche y oigo:
- Fulanita, ¿Qué tal se presentan estas Navidades?
- Muy bien, hemos conseguido un crédito para los regalos y vamos a pasar
una Navidad fantástica.
Alucino. El planteamiento me parece
reflejo del mundo en el que vivimos. Un crédito para los regalos... si al menos
fuera para comer, lo entendería mejor. Y el anuncio se repetía tropecientas
veces al día. ¿A eso se reduce todo? ¿Estamos tan manipulados que pedimos
créditos hasta para lo superfluo?
3. El verdadero rescate
Hace meses que estamos oyendo
hablar de "rescate", a los bancos, a las cajas, al banco bueno, al
banco malo, a tal o cual Comunidad Autónoma, a España, al euro, a Europa. Y la
base de todo esto, los ciudadanos de a pie, cada día más emputecidos,
empobrecidos y abandonados. Si me fío por mi entorno y amigos de confianza,
estamos en niveles de renta de hace seis y ocho años, pero con precios de
servicios básicos de ahora, impuestos indirectos desbordados, copagos, tasas,
etc.
Mi impresión es que la mal llamada
"clase media", amplísima hasta hace no mucho, se diluye como un
azucarillo y solamente van quedando los que se ven abocados a revolver en los
contenedores al cierre de los supermercados y los encienden puros con billetes
de cincuenta euros. Lujo y pobres. Miseria y ricos.
La receta mágica es entregar miles
de millones a unos señores, los banqueros, que no son precisamente conocidos
por su afán en crear riqueza, empleo, desarrollo. Y hurtarlo al emprendedor, al
industrial, al agricultor, al obrero, al enseñante o al investigador. A estos
que los den.
Hay miles de ejemplos: familias
desahuciadas sin miramientos, empresarios que ven cerradas todas sus opciones
de financiación y tienen que cerrar negocios que han aguantado varias
generaciones. Con su cultura de me traes
una idea y avales y dinero tuyo y yo te doy un crédito, no se crea riqueza,
se crean beneficios para ellos que, año tras año, crisis tras crisis, no paran
de crecer. Y si las cosas van mal, llega el Gobierno de turno, que les debe
favores, dinero y hasta el cargo y les rescata,
traducido, coge dinero de todos los currantes y se lo entrega a ellos sin
obligación de devolución. Yo de mayor quiero ser banquero.
4. Un mundo de contrastes
Estoy en el ascensor felicitando el
año a un contacto de Facebook al que no conozco personalmente. Sube un vecino
con el que comparto bloque desde hace veinte años. Cruzamos un par de gruñidos
que no tienen traducción al lenguaje humano y yo me sumerjo en la pantalla del
Smartphone y él se engancha a la punta de sus zapatos. Con la media neurona que
me queda libre, analizo lo absurdo de la situación y me entra una vergüenza
propia que no puedo soportar. Guardo el móvil en el momento en el que llegamos
a su piso. Le sonrío y de deseo un año fantástico. Se vuelve sorprendido, agradablemente
sorprendido y sonriendo también me desea lo mismo... Duda, se para en la puerta
y me pregunta por mi mujer. Es la conversación más larga que hemos tenido en
veinte años, reuniones de comunidad de vecinos incluidas.
5. En busca del trabajo perdido
El desgaste para los parados, de
cualquier edad, es absolutamente brutal. La sensación de examen permanente, la
agonía de esperar una respuesta al envío de un curriculum a una oferta de
trabajo, el desencanto y el abismo de negrura del rechazo... La verdad, es un
proceso tan incomprensible y sin sentido como obtener la cuadratura del
círculo. Se publicita un puesto al que solamente le falta una etiqueta con tu
nombre, por preparación, experiencia y perfil demandado, eres de los primeros
en contestar, te "seleccionan" virtualmente, se caen los candidatos,
tú sigues al pie del cañón, se cierra el proceso... y nunca te llaman. Otras
veces te rechazan en cero coma dos segundos sin que llegues a saber muy bien
por qué. Las más de las veces pasan los meses desde el anuncio y el asunto no
se menea ni para bien ni para mal.
Y claro, la autoestima vive en un
tiovivo de sensaciones generalmente negativas. Por mucha fortaleza mental que
se tenga, el paso de los días, la ausencia de salidas, el cierre de las puertas
a las que llamas, actúan como topos minando los cimientos de la confianza.
Desde los llamados "poderes
públicos" no ayudan nada. Ni planes de empleo. Ni planes de formación. Ni
dios que lo fundó. Solamente prepotencia y sacar pecho ante un dato menos malo que
otros y esconder la cabeza bajo el ala si vienen mal dadas. No es humano salir
en los medios de comunicación afirmando que lo peor ya ha pasado porque en el
mes de las contrataciones temporales de refuerzo ha crecido un empleo que
morirá tras el fin de las rebajas. Cuando los que queremos trabajar y no
podemos nos contamos por millones, hay que demostrar otra sensibilidad y un
especial cuidado con los sentimientos que se hieren. Y menos aún vincular el
"éxito" de diciembre con la reforma laboral que ha enviado a cientos
de miles a la cola del desempleo. Antes de marear con toneladas con datos me
quedo con uno: se han perdido más de quinientos mil empleos en dos mil doce.
Puros y duros. Con sus familias detrás. Con sus hipotecas. Con su hacer la
compra diaria.
6. Los mayas tenían razón
Creo que el mundo se ha acabado.
Por lo menos el mundo que hemos conocido después de la Segunda Guerra Mundial.
Un mundo de derechos crecientes (sociales, laborales, etc.), tutelado por
Estados que se preocupaban por sus ciudadanos. Con comodidades ganadas con el
trabajo y el esfuerzo y seguridades gestionadas en interés del bien común. Un
mundo de sueldos decentes, transportes públicos subvencionados, atención médica
garantizada, preocupación por la educación y la cultura. El mundo en el que se
producen bienes y artículos de primera necesidad en el pueblo o en la ciudad de
al lado. Todo esto está muerto y enterrado. Hay que resucitarlo como sea.
Este mundo empezó a finiquitar el
día que los que mandan perdieron el contacto con la realidad de sus votantes.
¿Cómo? Auto concediéndose prebendas millonarias y vitalicias que convirtieron
la carrera política en una burbuja ajena a los problemas de todos los que
peleamos por llegar a fin de mes cada día. Como a ellos les da igual, se pone
de moda la palabra "recorte", que se justifica por la deuda, el
déficit, Alemania o el Rosario de la Aurora. Pero sus privilegios feudales se
mantienen contra viento y marea. Se conocen sus abusos, se publicitan en las
redes, pero no pasa nada. Cada noticia que sale es peor que la anterior y
salpica por igual a partidos de un lado y de otro. El número de indignados
crece, las noticias que se suben al Facebook relativas a la casta de parásitos
que nos malgobierna, concitan cientos de miles de comentarios. Pero no pasa
nada. Ellos siguen a lo suyo y nosotros a lo nuestro. Unos a mamar y otros a
palmar. Así desde que el mundo es mundo.
7. Abrir un proceso constituyente
Entre tanta negatividad, ¿no hay un
camino de salida? Creo, modestamente, que sí que lo hay: moverse, asociarse,
caminar en la misma dirección, fijar objetivos alcanzables y pelear juntos por
ellos. El que no quiera remar, que se baje del barco. A Depardieu no le gusta
un determinado impuesto y deja de ser francés y se hace ruso. Pues a tomar
ejemplo.
Pienso que España necesita un nuevo
marco legal que regule la convivencia entre todos. Y eso se llama Constitución.
La actual ha cumplido, con más luces que sombras, con la tarea para la que fue
pensada, hacer un tránsito lo más pacífico posible hacia un régimen diferente
al que se impuso tras la Guerra Civil. Pero está pasada de moda, anticuada y ya
no responde a las necesidades de los tiempos.
¿Cómo lo hacemos? El Gobierno
actual dimite y se crea un Gobierno puramente gestor para atender a las
decisiones corrientes de ingresos y gastos. Además, se convocan elecciones a seis
meses vista para elegir una Cámara constituyente, esto es, cuya única función
va a ser aprobar un nuevo texto constitucional. Cada pueblo, cada villa, cada
ciudad, articulará medios para que los ciudadanos hagan llegar sus propuestas a
los redactores de la Constitución.
Estos representantes no serán
diputados como los actuales: para empezar, representarán a sus votantes, a
nosotros. Presentarán sus candidaturas nominalmente, en listas abiertas,
pudiendo presentarse cualquier ciudadano mayor de dieciocho años. Las
circunscripciones electorales se articularán desde las unidades de población
más pequeñas (pueblos, barrios, etc.) hasta la mayor (provincia). Y a partir de
debates y trabajo serio, el pueblo dota al pueblo de una nueva Constitución. Y,
esta vez, cambiaremos para que todo cambie, al contrario de lo que dijo
Lampedusa.
8. La noche más hermosa
Estamos en la cuenta atrás para que
llegue la noche más hermosa. Hace diecinueve años que mi familia de la Meseta
puso en mis manos una varita para convertir una noche y un día especial, en una
noche y un día llenos de fantasía, de alegría, de emoción, por resumirlo en una
sola palabra: en la noche más mágica.
Para mi la espera de los Reyes
tenía su cosilla, su puntito. Cuando descubrí lo que significaba en casa de mi
nueva familia y la forma en la que lo vivían del primero al último de la casa,
fue como llegar a un mundo absolutamente nuevo. Por unas horas se olvidaba todo
lo malo pasado y por venir y la preparación y entrega de los regalos traídos
por sus Majestades de Oriente se convertía en un ritual lleno de sentimiento.
En estos años he recibido mucho de ellos, en todos los sentidos. Pero el regalo
que me hicieron al meterme como partícipe de toda esa magia, es una de las
cosas más grandes que siempre llevaré dentro. Gracias desde el corazón.
Besos para ellas y abrazos para
ellos.